miércoles, 13 de mayo de 2009

ACTIVIDAD II. CUESTIONARIO

Cuestionario sobre el problema de la inducción y la causalidad

(i) ¿Cuál es la definición de “causa”? especificar el género próximo y la diferencia especifica.

(ii) ¿Cuáles son las condiciones necesarias de la causalidad? Proponga al menos tres ejemplos de cada una.

(iii) Describe con tus palabras el problema epistemológico de la inducción.

(iv) ¿En qué consiste la falacia de círculo vicioso?

(v) Describe cuales son las tres vías posibles de origen de la necesidad de la causalidad para Hume.

(vi) Explica cuales son las implicaciones para el conocimiento científico del problema de la inducción.

(vii) Explica cuales son las implicaciones para la noción de verdad del problema de la inducción.

(viii) Investiga al menos dos críticas por parte de filósofos respecto del análisis de Hume de la causalidad.

Actividad I:Lectura. Filosofía de la ciencia. Problema de la causalidad

El problema de la causalidad:
Una aproximación analítica

El presente trabajo tiene como objetivo destacar la problemática relativa a la causalidad, a fin de establecer un punto de partida que nos permita comprender los planteamientos contemporáneos en torno a la misma; para tal efecto, presento una discusión del problema en términos tradicionales a través de un análisis que describe los siguientes pasos:
(i) Hacia la búsqueda de una definición de causa. El género próximo de causa
(ii) La determinación de la diferencia especifica de la relación causal:
§ Primera aproximación: Prioridad temporal y contigüidad espacial.
§ Segunda aproximación: Conexión necesaria.
(iii) Elucidación de la necesidad de la relación causal: tres vías posibles
§ Primera vía: evidencia sensible.
§ Segunda vía: Analiticidad del principio de causalidad.
§ Tercera vía: Consecuencia lógica, demostración o inferencia.
(iv) Esbozo del problema de la inducción.
I. Hacia la búsqueda de una definición de causa. El género próximo de causa
En lo sucesivo seguiré libremente a Hume, tratando de aportar precisión y claridad a sus intuiciones (Cf. Hume, 1739, 1992). Si se nos pregunta ¿Qué es una causa? O ¿Qué significa la palabra “causa”? Se nos pide que demos una definición, un procedimiento prometedor para formularla sería utilizar el método aristotélico del género próximo y la diferencia específica, en este análisis, combinaré el método anterior con uno contemporáneo, a saber, el de condiciones necesarias y suficientes[1].
Comencemos preguntando ¿Cuál es el género de causa? Lo que es equivalente a preguntar ¿qué clase de cosas es? La forma más apropiada de proceder es estableciendo géneros o categorías ontológicas y preguntar a cuál de ellos pertenece el concepto “causa”. Veamos, en una ontología muy general podemos distinguir al menos tres categorías o géneros de cosas:
i. Individuos u objetos: Caracterizados por ser entidades concretas susceptibles de localización espacio-temporal (es decir, podemos ubicarlos en un lugar del espacio y en un momento del tiempo); que son públicos o de acceso intersubjetivo, lo que se traduce que en principio podemos llegar a percibirlos en las condiciones adecuadas ; es conveniente ilustrar lo anterior con algunos ejemplos: son objetos o individuos, tanto, las cosas (vehículos, utensilios, muebles, objetos naturales, animales, etc.), como, las personas y lugares (a las que nos referimos con nombres propios, deícticos o descripciones definidas: Juan, María, Guadalajara, Paris, yo, tú, éste lugar, ésta persona, el presidente de México, el autor del Quijote, etc.)
ii. Propiedades: Que serían rasgos comunes que los individuos tienen entre sí, y que nos permiten describirlos (se trataría de predicados monádicos), en vista de su generalidad no tienen ubicación espacio-temporal (no entraré en la discusión de los universales, que enfrenta a nominalistas y realistas, dejaré en suspenso la cuestión de si se trata de constructos mentales o conceptos alcanzados por abstracción o entidades subsistentes por sí mismas). Éstas se ejemplifican en los enunciados categóricos como “Juan es mexicano”, “La botella está abierta”, “La manzana es sana”, etc.
iii. Relaciones: Que determinarían la configuración de dos o más individuos entre sí, las relaciones tienen características semejantes a las propiedades, aunque diferenciándose de éstas, en la medida en que describen a dos o más individuos no considerados en sí mismo, sino en las conexiones que guardan entre ellos. Que se ilustran en enunciados como “Juan es hermano de María”, “México está lejos de París”, “éste edificio es más grande que aquél”, etc.
Resta decidir a cuál de estas tres categorías pertenece “causa”, en vista de que a cada categoría corresponde un correlato en el lenguaje; una guía para resolver la cuestión es el lenguaje, las expresiones lingüísticas que utilizamos para hablar de causas, consideremos los siguientes casos representativos:
§ Lenguaje ordinario: “el fuego causó que se derritiera la mantequilla”, “el golpe causó que se rompiera el vidrio”, etc.
§ Lenguaje científico: “el fumar causa enfisema pulmonar”, “el calor causa que los metales se dilaten”, y otros de tipo semejante.
Cómo puede advertirse, se descarta inmediatamente la categoría de objetos o individuos, otro tanto sucede con las propiedades, en razón de que en los enunciados considerados se describen más de un objeto o individuos, tenemos pues, que la causa es una relación, cuyos extremos son sucesos o acaecimientos, es decir, individuos u objetos descritos (con alguna propiedad) en alguna configuración o conexión entre sí.
Una vez que hemos determinado que el género próximo de “causa” es relación, resta averiguar cuál es su diferencia específica, el rasgo que le es peculiar y que lo distingue de todas los demás tipos de relaciones.
Antes una delimitación conceptual: En la relación causal se conectan dos sucesos o acaecimientos (en el sentido arriba expuesto) que llamamos causa y efecto, a fin de evitar confusión, en adelante llamaremos a la relación causal “causación”, distinguiéndola así de uno de los sucesos que conecta, que seguiremos denominando causa frente al otro extremo efecto.

II. La determinación de la diferencia especifica de la relación causal:
v Primera aproximación a la diferencia específica de la causación:
En la causación la causa es siempre anterior al efecto, si el efecto fuera anterior a la causa, entonces, por definición no sería efecto sino causa, es, por lo tanto, esencial la prioridad temporal de la causa, es obvio que este rasgo no basta para determinar la relación causal, pues es vulnerable a contraejemplos de sucesos que se dan primero en el tiempo pero que no guardan ninguna relación entre sí; por ello, debe establecerse como segunda condición la contigüidad espacial, la causa y el efecto están conectados espacialmente, van juntos; respecto de esta última condición, recordemos el contraejemplo de Hume de la barra de mantequilla derretida por el sol, aquí, si bien es cierto no hay una relación de contacto obvia (digamos como en la colisión de dos bolas de billar), no obstante, debemos suponer una cadena de causas y efectos relacionadas entre sí que median entre la mantequilla y el sol (por ejemplo, el movimiento de partículas de la radiación solar que se transmite a las moléculas de la mantequilla).
Tenemos dos condiciones necesarias para la relación causal: prioridad temporal de la causa sobre el efecto y contigüidad espacial de causa y efecto, cabe preguntar ¿si son suficientes para que se dé causación? Consideremos el siguiente contraejemplo, que cumple amabas condiciones y no obstante no se establece relación causal alguna:
Pensemos en un conductor con prisa que frente a un semáforo en rojo, desea que cambie a verde, sorpresivamente después de expresado su deseo el semáforo se pone en verde, se cumple la primera condición de prioridad temporal en la que un suceso precede a otro y la de contigüidad espacial, puede cumplirse apelando a una cadena causal que medie entre el conductor y el semáforo; ahora bien, ante la pregunta de si ¿existe una relación causal entre los sucesos? La respuesta negativa es patente, y se protestará que se trata de una mera casualidad o coincidencia. Y este es, precisamente, el problema las condiciones de prioridad temporal y contigüidad espacial, pues, no aseguran que no se trate coincidencias o casualidades (esto puede ser probado a cada momento, por lo regular las coincidencias más triviales y cotidianas satisfacen ambas condiciones, aunque en el contraejemplo haya optado por una caso más colorido).
v Segunda aproximación a la diferencia especifica de la relación causal:
Hemos visto que la prioridad temporal y la contigüidad espacial no son suficientes para establecer la relación causal en vista de que no garantizan que no se trate de una mera casualidad o coincidencia; ¿Cuál es entonces el rasgo distintivo de la causación?
Intuitivamente diríamos que en la relación causal a diferencia de las coincidencias o casualidades, la causa produce al efecto, no habría efecto o no existiría el efecto sin la presencia de la causa, es necesaria la causa para que exista el efecto; se trata de entonces de una conexión necesaria entre efecto y causa. Ahora bien, el concepto modal de necesidad entraña que “algo no puede ser de otro modo”, así, si se presenta la causa es imposible que no se presente el efecto.
III. Elucidación de la necesidad de la relación causal: tres vías posibles
El problema estriba en determinar de dónde proviene la necesidad de la relación causal, tenemos al menos tres vías posibles:
v Primera vía: La necesidad proviene de la evidencia sensible.
v Segunda vía: La necesidad proviene de la analiticidad.
v Tercera vía: La necesidad proviene la demostración o inferencia.

§ Primera vía: La necesidad proviene de la evidencia sensible.
La primera vía parece frustrada con la simple observación de que lo que se nos da a través de los sentidos, de la percepción, son los sucesos, la causa y el efecto, en prioridad temporal y contigüidad espacial, más nada de lo percibido corresponde a una conexión necesaria entre ellos (vemos a las bolas de billar una antes que otra entrar en contacto, pero no vemos la necesidad de que esto ocurra).

§ Segunda vía: La necesidad proviene de la analiticidad.
La segunda vía consiste en derivar la necesidad de la conexión causal del carácter analítico del principio de causalidad, este principio postula que cualquier suceso es producido necesariamente por una causa; resta demostrar que se trata efectivamente de un juicio analítico, como sabemos un juicio analítico es aquél que es verdadero en vista de su significado y su negación es autocontradictoria (Por ejemplo, el juicio “todos los solteros están casados” es verdadero por el puro significado, no necesito para probar su verdad preguntar a todos los solteros si efectivamente están casados); Hume advierte que si se formula de manera trivial el principio de causalidad podría ser analítico, pero sería una falacia: veamos, si se nos pregunta si efecto está contenido en el significado de causa, responderíamos que sí, puesto que efecto y causa son correlativos; pero en esto estriba la trampa, debemos preguntar si suceso o acaecimiento está contenido en el significado de causa, según Hume, no es contradictorio un suceso sin causa (piénsese incluso en el argumento aristotélico del motor inmóvil la causa incausada), lo que se quiere enfatizar es que podemos pensar sucesos sin causa, pues dicho pensamiento no entraña contradicción (en contraste con un “soltero casado” o un “círculo cuadrado” que no pueden ser siquiera pensados o imaginados por ser contradictorios). Vemos pues, que esta vía también presenta seria s dificultades, consideremos la última.
§ Tercera vía: La necesidad proviene la demostración o inferencia.
En la tercera vía se busca que la conexión necesaria de la relación causal provenga de la necesidad con que una conclusión se sigue de las premisas (es decir, de la validez, esto es, que si las premisas son verdaderas la conclusión será necesariamente verdadera o, en otros términos, que es imposible que la conclusión sea falsa y las premisas verdaderas). Ahora bien, cuales son las premisas con las que se pretende concluir la relación causal:
En esto, podemos seguir estrechamente a Hume, ya no se hablará de sucesos concretos, sino de clases o tipos de sucesos, y puesto que se ha establecido que la prioridad temporal y la contigüidad espacial son condiciones necesarias más no suficientes de la relación causal, establecer asociaciones de tipos de sucesos en los que se dan ambas condiciones nos permitirá inferir la relación causal; veamos detenidamente lo anterior en un ejemplo esquemático:
Ø Dados dos clases de sucesos: los sucesos de tipo A y los sujetos de tipo B.
Ø Se ha observado que entre los sucesos del tipo A y los sucesos del tipo B se establecen relaciones de prioridad temporal y contigüidad espacial.
o La conexión necesaria sólo se establecería si se cumple que
o Si acaece cualquier suceso del tipo A, entonces necesariamente, acaece un suceso del tipo B y Si acaece un suceso del tipo B, entonces necesariamente, ha acaecido un suceso del tipo A.
o Cab ↔ (x) (Ax →Bx) Ù (x) (Bx →Ax)[2]
Como se advierte la formulación entraña cuantificadores universales, lo que significa que se aplica a todos los elementos de un conjunto o universo del discurso dado, es decir, no sólo a los sucesos pasados sino a los presentes y futuros, he aquí la fisura de esta vía, veamos lo esquemáticamente:
IV. Esbozo del problema de la inducción.
(1) Se ha observado en el tiempo pasado T₁ que si acaece cualquier suceso del tipo A entonces, acaece un suceso del tipo B.
(2) Se ha observado en el tiempo presente T₂ que acaece un suceso del tipo A
(3) Por lo tanto, en el tiempo futuro T₃ acaecerá un suceso del tipo B.
Obviamente, la conclusión no se sigue de las premisas, es una falacia, puesto que los tiempos T₁, T₂, y T₃ son diversos, el único expediente que haría válido el argumento, sería la introducción de un supuesto que uniformizara a estos tres tiempos (y con en ello mediante un simple modus ponens, lograríamos la ansiada conexión necesaria); este supuesto sería un principio de uniformidad de la naturaleza, que establecería que la naturaleza procede de forma constante, lo sucedido en el pasado es semejante a lo que sucede en el presente y a lo que sucederá en el futuro tenemos que:
(1) Se ha observado en el tiempo pasado T₁ que si acaece cualquier suceso del tipo A entonces, acaece un suceso del tipo B.
(2) Se ha observado en el tiempo presente T₂ que acaece un suceso del tipo A
(3) Principio de uniformidad de la naturaleza: T₁₌ T₂ ₌ T₃
(4) Por lo tanto, en el tiempo futuro T₃ acaecerá un suceso del tipo B.
Ahora, resulta la cuestión de cómo justificamos la verdad del principio de “uniformidad de la naturaleza” postulado, parece que el único procedimiento concluyente es inferirlo de casos en los que la naturaleza ha operado de forma semejante, es decir, de tipos de sucesos que se han repetido en el pasado y el presente; obviamente esto implica proceder como en el argumento falaz anterior a la postulación del principio, por lo tanto, el principio no puede apoyar su propia verdad, justificarse así mismo; nos encontramos frente a una flagrante falacia de círculo vicioso.
Estamos encarando el problema llamado por la tradición de la inducción, si ha sido, sino del todo esclarecido, pero al menos perfilado en sus líneas generales, el cometido de este trabajo se habrá cumplido.
Podemos concluir que la cabal comprensión del problema de la inducción analizado constituye un requisito necesario para los planteamientos contemporáneos conexos con dicha problemática (tales como los enunciados contrafácticos, las disposiciones y los planteamientos proyectistas para resolver paradojas como la del predicado verdul).
Bibliografía
Goodman, Nelson (1993), Hecho, ficción y pronóstico, Editorial síntesis, Madrid.
Hume, David (1739, 1992), Tratado de la naturaleza humana, Editorial Porrúa, México.
Kant, immanuel (2002), Crítica de la razón pura, Traductor Pedro Ribas, Editorial Taurus, México.
Reichenbach, h.(1988), El sentido del tiempo, Editorial UNAM y Plaza y Janés, México.

[1] La definición establece una equivalencia entre el definiendum y el definiens, y la equivalencia puede ser formulada como un bicondicional (↔), en donde el antecedente y consecuente son condiciones necesarias y suficientes recíprocamente (p→q ↔ q→p).
[2] Supuesto que a ε A y b ε B

Filosofía II


En la Preparatoria de Tonalá Norte de la UDG, se determinó trabajar en este blog, con el propósito de recuperar las clases perdidas por el periodo de contingencia.
Aquí trabajaremos en la asignatura de Filosofía II